viernes, 8 de mayo de 2009

SONRÍA, LO ESTAMOS FILMANDO

Reality Show

Las cámaras filmadores son parte de la sociedad actual. Celulares, computadoras, hasta en la vía pública, y por supuesto las de televisión parecen ser el ojo que nunca se cierra. Las imágenes que se captan pueden ser retransmitidas como show.


Expedición Robinson 1 y 2, El Bar 1 y 2, Gran Hermano que logró emitirse hasta 5 veces, Policías en Acción ya en su tercera temporada y Transformaciones, pueden ser incluidos en este género audiovisual llamado “Reality Show”. Según el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER): “dentro de los realitys show se incluyen (…) los juegos y concursos que someten a sus protagonistas a todo tipo de degradaciones, los programas de cámara oculta que se zambullen en la ridiculización y humillación”.
Las grabaciones con los celulares que pasan directamente a la realidad de Internet, al igual que los sitios como el “fotolog”, generan una reapertura de la vida privada hacia el afuera, reflejando cuestiones de la existencia de un individuo frente al resto del mundo. Según la psicóloga Lidia Gilgun: “como si no pudieran reconocer la realidad de Internet (…) Hay una inocencia frente a lo que una pantalla pueda estar generando frente a la vista de tantas personas”.
Para Cecilia Rovito, en su trabajo “Sonríe: te estamos filmando” sobre los reality shows, “la esfera de influencia de la pantalla ha experimentado (…) un desplazamiento de los espacios privados y restringidos, a los más diferentes espacios de encuentro social y, por lo tanto, abiertos y de acceso público y masivo”.
Big Brother comenzó a emitirse en septiembre de 1999, en Holanda, bajo el eslogan “El Gran hermano te mira”. Las cámaras de la televisión tienen el permiso (y la obligación) de seguir todos los movimientos de los participantes y registrar hasta el más leve murmullo. Pero como explica Rovito, “en lugar de ser un castigo la constante vigilancia, ser expulsado del juego es la condena “. “Si yo me voy me muero, me entendés, me muero”, le dijo Cristian a uno de sus compañeros de GH”.
Como explica la psicóloga Lidia Gilgun, “estos programas captan la mirada, es decir que le permiten a tus ojos circular en un circuito que es privado. Eso toca lo más íntimo en sí mismo, que está apareciendo en la pantalla”.
Para la psicóloga, “en este tipo de géneros no hay nada para rescatar, lo que es de la vida privada, debe pertenecer a ella y quedar ahí”. Es una tecnología que avanza y se abre también con las cuestiones de la seguridad y el control ciudadano. Por ejemplo una cámara en el portero eléctrico da la sensación de aportar a la seguridad de las personas. Como plantea el filósofo y sociólogo Michel Foucault en “Vigilar y castigar” donde a esto lo llama panóptico, a partir del cual se crea la sensación de control aunque este no esté.
Gilgun argumenta que “siempre va a aparecer esta posibilidad de poder estar mirando eso que debería estar a puertas cerradas. Que tiene que ver con una cuestión privada, para los ojos de cualquiera, porque yo no puedo entrar en la casa de alguien y ver que está haciendo”.
Desde la mirada de Gilgun la bioética -que observa los descubrimientos científicos y tecnológicos que se realizan y hacia donde van- debería ser el órgano que funcione e intervenga, pero esto se ve imposibilitado porque la producción tecnológica supera todos los análisis que puedan hacerse. La pscióloga no cree que haya cambiado algo en la moral o en la ética de la sociedad para permitir estas cuestiones, y que por eso debemos alertar y tomar una posición crítica. Lo que dice Foucault es que la producción tecnológica está en progreso y va en contra de la privacidad de la gente

(*) Lidia Clarisa Gilgun
Licenciada en Psicología, egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Docente Titular de la Carrera de Especialización en Psicología Forense del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires.

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