viernes, 24 de abril de 2009

REFUGIO O UTOPIA

Vivir en el Country

A partir de la década de los ’90 miles de personas decidieron pagar para vivir en terrenos en apariencia blindados. La multiplicación de estos lujosos territorios –promesas de la seguridad extrema- ocurrió de manera simultánea frente a la proliferación de villas miserias y asentamientos.

Maristella Svampa, autora de “La vida en los countries y barrios privados” argumenta que estos lugares y sus habitantes representan “la comunidad del miedo” puesto que “no los une la concepción de lo que es mejor, sino la necesidad de evitar lo peor”. Aquí se vislumbran los nuevos modelos de ciudadanía, siendo consecuencia del neoliberalismo, donde el individuo debe hacerse cargo de si mismo y donde bajo la naturalización de las desigualdades sociales se estructura un nuevo espacio para evitar ver, y así eludir, el contacto con el resto las clases sociales.
Gustavo Al, que vive en el Country Banco Provincia, reafirma lo que dice Svampa al explicar que la decisión de irse a vivir a un country con su familia al quedar embarazada su mujer “fue por la inseguridad”. Este comerciante de 36 años dice que ahora puede disfrutar de “otras cosas”. Al igual que Karin Pérez Corvalán, habitante del Country San Diego, que expresa: “te roban en cualquier lado, pero por lo menos cuando pasé la barrera del country ya está. Ahí digo `bueno, ahora me quedo tranquila´, hasta mañana que vuelva a salir”.
Según Svampa, investigadora del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), “la mayoría de los que fueron a vivir a estos sitios sobreactuó las ventajas y minimizó los riesgos”.
Con respecto a las nuevas generaciones de niños que se desarrollan en los espacios cerrados Pérez Corvalán cree que “no es lo mejor que pasen toda su vida dentro del country porque pierden perspectiva de lo que es la realidad”. Según ella “la realidad es otra, porque los countries son una utopía”. Y agrega: “yo quiero que mis hijos crezcan sabiendo cuál es la realidad. La calle es diferente y si tenés la suerte de vivir en un country vas a dormir tranquila. Pero bueno, tu vida transcurre yendo y viniendo, y estando en contacto con otra gente, estando también afuera”. Así es como esta mujer de 38 años sostiene la elección de enviar a sus hijos a un colegio fuera del country donde viven, porque si ellos no salieran eso “sería la seguridad total”.
Gustavo Al y Karin Pérez Corvalán coinciden en que “la diferencia que hay entre vivir en Moreno o vivir en un Country es la seguridad”. Corvalán rescata “la limpieza, el respeto por las norma de tránsito y los servicios para hacer deportes”. Aunque también manifiesta que “lo negativo es que no tenés ni cloacas, ni agua corriente. Y perdés un poco de intimidad porque en vez de paredes tenés plantas que te separan de tus vecinos.
A ambos se los ve conformes con la decisión, como quien encuentra su lugar en el mundo. Aunque en él no se relacionen con quienes lo comparten. Ninguno de los dos conoce a sus vecinos. “Sigo relacionándome con mis amistades de afuera”, fue la misma respuesta de ambos.

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